Una aldea pesquera trasformada en el siglo XIX en un lugar de cuento gracias a exuberantes edificios modernistas, como El Capricho de Gaudí (en la imagen), impulsados por Antonio López y López, Marqués de Comillas, y proyectados por renombrados arquitectos de la época. Como Lluís Domènech i Montaner, quien diseñó la Fuente de los Tres Caños en 1899. Ubicada en una plazoleta próxima al centro, fue un homenaje a Joaquín del Piélago, yerno del marqués, por haber financiado la llegada de las aguas a la localidad. El edificio más solicitado es el palacio de Sobrellano, la residencia estival del marqués, quien encargó su diseño al arquitecto Joan Martorell en 1883. Este imaginó un palacio neogótico de soberbia fachada e impresionantes estancias en su interior, que se recorren durante las visitas guiadas: el vestíbulo, con lámparas de hierro forjado; la sala del billar, con chimenea diseñada por Antoni Gaudí; la biblioteca, el estudio o la más deslumbrante de todas, la sala del trono, con una vidriera digna de una catedral y ocho paneles pintados por Eduardo Llorens. Aledaña al palacio está la capilla panteón (mausoleo que acoge los sepulcros de los miembros de la familia), cuyos bancos, confesonario y muebles también son obra de Gaudí.